Estábamos a 2 de diciembre de 2010 y en unos días se celebraba la cena de empresa. Carlos y yo, éramos compañeros de trabajo y estábamos siempre de broma, hasta llegamos a entendernos con una mirada; lo que gestaba envidia entre los demás.
Esa noche, cuando llegamos al restaurante, a las afueras de la ciudad, decidimos sentarnos cada uno con su grupo: él, con mantenimiento y yo, con mis compañer@s de la oficina. Recuerdo el instante en que vino a nuestra mesa; se puso a mi lado y apoyó su mano en mi hombro. El momento desinhibido, creó un ambiente donde comenzó el descontrol; ese fue el instante en que debió echar en la copa, esa substancia de la que todos hablan: la burundanga; porque no recuerdo nada más desde entonces.
Desde mi salida de la cena hasta que me desperté en aquella playa: semidesnuda, despeinada, descalza y sin documentación; con un fuerte dolor de cabeza, sequedad en la boca y una visión bastante borrosa, mi mente está en blanco.
Una patrulla de la policía pasaba por el lugar y me vio tirada en la arena. Me llevaron al hospital donde me hicieron un reconocimiento completo; afortunadamente no tenía ningún tipo de lesión ni resto de abuso sexual, -lo mas común en estos casos-, trataron de investigar, pero en la zona no había cámaras de seguridad, por lo que todo se quedó en mi memoria sin conseguir borrarlo.
La semana fue horrible; sus miradas, irónicas y con sorna, se repetían en mi mente constantemente. Los rumores decían que había tenido algo con Carlos cuando me fui del baile,- ya al final de la cena-, pero no podía asegurarlo; y esa incertidumbre me rompía cada día por dentro. Ese fue el origen de mi depresión.


Una pena el final, encima acaba depresiva.
Me ha encantado, enhorabuena.
Saludos Insurgentes