- Bueno, pues ya estamos todos – oyó decir al líder de EEUU.
Pablo iba a ser testigo de aquella reunión. Se encontraba ahí por razones que nadie creería, pero esa historia es para otro relato.
- Nos toca hablar del calentamiento global – dijo el líder de China.
- Ah, sí. Eso – resopló la líder de Alemania. - ¿Qué toca esta vez?
- Negociaciones – contesta al momento el líder de España. – Tenemos que tomar nuevas medidas. La temperatura de la Tierra se está disparando y la gente cada vez es más consciente gracias a todos esos dicharacheros que hay en las redes sociales. Tenemos que hacer algo.
- Estoy de acuerdo – apunta el líder de México. – El tema cada día es más recurrente; tenemos que atajar el asunto cuanto antes.
- Bien – interviene el líder de Rusia. – Tenemos todos claro que no podemos reducir el consumo de petróleo, así como el consumo de carne, ni podemos bloquear la tala de árboles para proporcionar terreno de edificación a los empresarios y no hablemos de los residuos: si hay residuos es que hay consumo, por lo que no interesa reducirlos. Estáis todos de acuerdo, ¿verdad?
Pablo vio cómo todos los líderes reunidos en esa sala asentían.
- Por tanto – continúa – la solución consiste en centrar nuestras negociaciones y presupuesto en esos charlatanes de pacotilla que hay en Twitter e Instagram.
- Podríamos ofrecerles colaboraciones con marcas a cambio de que dejen a un lado el tema. Al fin y al cabo, seguro que eso es lo que buscan.
- También podemos poner más anuncios en TV de alimentos veggie, para que la gente piense que la alimentación está cambiando.
A cada propuesta que escuchaba, Pablo se aterrorizaba más.
- ¿Y qué hacemos con Greta?
- Le destinaremos el 50% del presupuesto.