—¡Mamá!, ¡Ariel me ha dado con la mano!
— ¡Ariel!, ¡deja en paz a tu hermano!— Grité mientras recogía la mano del suelo y la metía en el bolso. Les miré enfadada con mi único ojo.
Esta pequeña discusión nos llevó casi un cuarto de hora, la velocidad en el discurso no era algo de lo que pudiéramos presumir tras el apocalipsis. Llegar al colegio, a cinco minutos humanos de casa, nos costó casi otra media hora, pero estaba muy contenta con las clases de psicomotricidad y logopedia, las únicas materias que se impartían en esta nueva normalidad.
Cuando conseguí que se despidieran, después de que volvieran primero por los sesitos para el recreo y en una segunda vuelta a por la cinta aislante para las caídas, me quedé mirando como corrían para entrar a clase, orgullosa de las mejoras de cada día. ¡Crac! La nube rosa se disipó, tuve que salir "escopetada" para recoger el pie de Marcos. No tenía tiempo de pegárselo, lo metí en el bolso y sacudí lentamente la cabeza, definitivamente necesitaba uno más grande.
El camino al trabajo supuso siete retrovisores menos en el vecindario, todo un logro teniendo en cuenta que el primer mes, lo pasé chocándome contra la puerta de casa porque no sabía abrirla. Llegué a la oficina, hoy tenía una cita importante, estábamos intentando mejorar el sistema de seguridad del laboratorio. Era muy difícil avanzar en las investigaciones si el equipo no dejaba de comerse los cerebros, aunque no podía culparles, yo misma pellizcaba las cortezas durante las reuniones.
Llegó la presentación. Mis folios cayeron al suelo, al recogerlos tiré el proyector sobre mi jefa, que perdió el equilibrio volcando la mesa. Secretaria desmembrada, científico tronchado...
REUNIÓN APLAZADA HASTA NUEVA ORDEN.
Algún día iba a perder también la cabeza.
Chof.
¡Oh!...¡Mierda!
Nacida en Madrid, formada en sociología y marketing. Después de dedicarme unos…
Miembro desde hace 8 años.
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Diálogo fluido!
Saludos Insurgentes