«Por fin... he vencido»

Sola de espaldas al espejo...

Por fin te he vencido. No conoces nada de mi lucha; probablemente ya ni me recuerdes. Yo a ti tampoco pero lo que hiciste conmigo me ha acompañado durante tanto tiempo...
Por fin te he vencido. Dejé atrás el encierro físico al subir a aquel tren pero llevaba en la maleta el encierro emocional que ha ahogado mi capacidad de amar y de recibir amor.
Por fin te he vencido. A partir de este momento dejo de utilizar mi cuerpo como moneda de cambio. Si doy lo que desean, y lo doy bien, entonces me querrán. ¡Qué equivocada he estado! El sexo me ha vaciado por dentro.
Por fin te he vencido. La enorme seguridad que ven en mi no es más que una pose para ocultar el dolor. Ahora me reconozco vulnerable y eso me hace más fuerte.
Por fin te he vencido. Un solo golpe hace veinticinco años tiñó de púrpura la tarde. La tristeza se aferró al corazón, a los labios; los sentimientos han permanecido atrapados, ocultos; los besos siempre desesperados en busca de consuelo.

Sola frente al espejo...

Por fin... he vencido. He vencido el miedo a mostrar lo que soy, a dejarme llevar, a dar sin medida, a disfrutar de la vida. El camino ha sido largo, sufrido. Me gusta el reflejo que me devuelve el cristal. Ya nadie puede hacerme sentir pequeñita.

¿Puedes decir tú lo mismo?