«Pro pharmace venefica»

Hijos... ¡Hermanos!... ¡HOMBRES!...

Hoy estoy aquí por una razón, razón que afirmáis conocer, razón que aseguráis ser capaces de demostrar, pero ¿Qué pruebas podéis presentar aparte de personas resentidas contra mi labor?...

¡Exacto! Silencio.

¿Y qué pruebas son físicas y no palabras?...

¡Exacto! Silencio.

Sí, lo admito, aprendí a curar a través de las plantas y aquellos benefactores me colmaban de regalos. Aquí veo a Sam, a quien alivié su estómago y a Karl, quien ya no tiene esa terrible tos... Y a usted, eminente señoría, a usted no le ha vuelto a atormentar el dolor de cabeza.

Podría seguir dando nombres, pero no estoy aquí por eso, sino que yo estoy aquí porque quieren juzgarme por manipular indebidamente ingredientes. Pues, adelante, que levante la mano al que yo haya fallado. ¡Vamos, levantad las manos y contad vuestro caso, que el ilustrísimo jurado no tiene tiempo que malgastar!...

¡Exacto! Nadie levanta la mano.

Me han escupido, rechazado y vilipendiado por cada esquina del pueblo, a pesar de las vidas que he salvado y las enfermedades que he curado... Siempre siguiendo la ciencia médica. ¿Llamaríais asesino al muy insigne Robert L. Graham, médico de esta aldea?...

¡Exacto! Silencio.

¿Por qué os acordáis de mí cuando faltan ovejas, roban niños o cae un rayo? ¿Ahí ya no importan las vidas salvadas y enfermedades curadas?... 

Este era mi pueblo, con mis amigos... mi gente... ¡mis compatriotas! ¡LO ERAIS! lo erais. Estoy profundamente decepcionada pues preferís buscar una cabeza de turco para que calme vuestras impías supersticiones a ser hombres de verdad y luchar contra la adversidad. Lloráis bajo las faldas de vuestras madres antes que blandir vuestras armas paternas.

¡VERGÜENZA!

¡VERGÜENZA!

¡VERGÜENZA!
 
Me habéis decepcionado. Nadie... ¡NADIE! tiene cojones a salir en mi defensa.
¿Para esto os he curado y salvado?

¡COBARDES!