Nunca he tenido miedo escénico: Sería absurdo, tras haber dedicado mi vida entera al mundo del espectáculo; siempre entre bambalinas, acordes e instrumentos. Nunca me cansé de viajar, ya fuera en sueños o sumergida inconsciente en una profunda realidad, de aquí para allá, borracha entre estilos, evoluciones, retrocesiones o incomprensibles melodías que representaron la locura un día imaginaron unas pocas afortunadas almas visionarias.
Siempre quise ser yo misma, pero este cuerpo insulso con la cabeza en los pies, y el resto al descubierto, me ha tenido atrapada entre quienes me nombran como igual sin tener la menor idea de dónde encajan.
Y así, limitada, impedida, desbordada por emociones y sentimientos, sigo sin poder mediar palabra, ni interceder, retroceder o avanzar. Porque, para mi suerte y desgracia, soy maldición y bendición al mismo tiempo. Inerte, pero en constante movimiento, y muda, a pesar de los gritos de desconsuelo, ahora y en el momento de la verdad. Nunca lo pedí, ni tampoco lo cambiaría, aunque sigo clamando al cielo, a las estrellas, y a todo aquello que me representa, ser algo más que una nota musical.
El giro final es demoledor!
Qué melancólica la nota musical!
Jejejeje
Me ha encantado, enhorabuena
Saludos Insurgentes
Una perspectiva atípica y una mirada hacia el silencio (hasta que es representado).
Me gustó mucho por los matices que se detallan con un texto que no llega a doscientas palabras.
De los mejores de la convocatoria (incluso se le podría añadir una música original para su lectura).
Votado 😉👍🏼