Ester quería convocar a toda la universidad. Pensó que era el momento de reivindicar a quienes lideraron el sendero hacia la libertad e integración de la mujer en España, gracias al sufragio universal del 19 de noviembre en 1933. Deseaba presentarlo como una celebración, por encima de los que pudieran considerarlo una protesta oportunista.
Sabía que su abuela Remi había sido protagonista de aquel acontecimiento, por lo que se dedicó a buscar entre cajas viejas cualquier información, fotografías, carteles o distintivos de la época. Halló suficiente material para crear panfletos y publicidad, porque veía la necesidad de impregnar el evento con la energía e ideas que iniciaron todo.
Localizó una fotografía donde se arremolinaban varias personas, incluida una versión rejuvenecida de su abuela. Pero llamaban la atención unos militares junto a un cartel ininteligible que intentaban atrapar. Entonces, decidió acudir a la fuente para resolver sus dudas:
—Abuela Remi, he encontrado esta foto, pero no entiendo el porqué de los militares, ni consigo leer la pancarta que sujetas.
—Ay, mi niña. Qué recuerdos… Eso sucedió el 19 de noviembre de 1933. Concretamente cuando quise presentar mi voto como mujer. Ahí lo escribí, porque los militares me impidieron entregarlo de manera oficial.
—Pero no lo entiendo: ¿no te dejaban ejercer un derecho al voto que ya tenías? ¿No aceptaban tu voto en sí? ¿Tu elección?
—Es mucho más complicado, hija. Veras, ¿alguna vez te he hablado sobre mi transición?
Saludos Insurgentes