-Juan creo que no estoy preparada, es pasado mañana. ¿No piensas que es demasiado pronto?
-Cristina ya lo hemos hablado muchas veces, 150 si me pongo a enumerar. El importarte es Hugo, y sin duda está preparado.
Esa conversación la han tenido esta misma mañana mientras desayunaban en el salón. Son las 8 de la tarde, Cristina está volviendo del trabajo, y en su cabeza se repite una y otra vez, como el estribillo de una canción veraniega.
Juan me dice cosas que ya sé, que ya tiene 8 años, que debe estar con niños de su edad, que pronto la casa se llenará de amigos que vendrán a jugar en el porche por las tardes... pero sigo pensando que ser una familia "homeschoolers" no tiene nada de malo. Lleva dos años estudiando desde casa, y Hugo quiere mucho a su profesora Ana. Muchos docentes lo respaldarían, me quiero auto-convencer.
En ese momento, Cristina aparca el coche en la acera, en frente de la casa, y desde la ventana puede ver como su marido Juan le hace ñoñerías a Hugo mientras éste no para de reir. Sus carcajadas retumban tanto, que al escucharlas Cristina se le escapa una sonrisa imperceptible para lo demás, pero que a todas las madres, en algún momento, se les escapa (es una sonrisa del corazón).
Abre la puerta, y Hugo, montado en su sillita de ruedas corre a su encuentro.
¡¡¡Mamá, mamá, sólo quedan dos días para ir al cole nuevo!!!!
En ese instante Cristina, con una sonrisa de oreja a oreja, ésta vez no sola en el corazón, sabe que Hugo, o como le llaman en casa, “súper Hugo” está preparado.