«Tengo un hambre espantoso»

   No recuerdo la fecha exacta de cuando el mundo se ha ido al carajo, pero sí recuerdo con claridad que hoy me he comido el cerebro de mi novio. Y mientras lo sostenía con ambas manos y aspiraba su sustancia, la tristeza me invadió. Planeábamos nuestra boda cuando la vida se erradicó. El brote de una nueva mutación de virus  convirtió las personas en  muertos vivientes. Era verano, lo recuerdo por el sofocante calor. Las calles estaban bañadas en sangre  y olían a carne podrida. No sé cuánto tiempo estuvimos mi novio y yo escondidos pero al final desgraciadamente nos contagiamos.perdimos la noción del tiempo pero sí  notábamos que cada vez  pasábamos más hambre. Sólo pensábamos quién se dormiría primero en aquella maldita noche y fue él. Seguía amándolo... Pero o era  él o era yo. Me lo comí con ganas, lo devoré y me dormí un largo rato.  Cuando me desperté estaba hambrienta de nuevo y completamente sola.El silencio era tan tenso que aterraba y maldije mi suerte. Era una maldita superviviente pero me consolaba que fuera a morir pronto igualmente. Justo cuando esperaba mi final,  escuché a lo lejos  la voz de un hombre alterado, exigía que me pusieran el antídoto lo más rápido posible. Luego oscureció. Ahora mismo me encuentro en una habitación y en la mesa tengo instrucciones para el nuevo juego.  Los multimillonarios aburridos  apostaron mucho dinero por mí,  ahí afuera hay un monstruo creado en un laboratorio.Es sigiloso y despiadado. Tiene un buen olfato y un excelente oído y está igual de hambriento como estaba yo cuando abrí el cráneo del hombre que  amaba. Me desean suerte y lo firman con un insólito aviso - A las 5 de la mañana en puto las puertas de la habitación, se abrirán.