«Un astuto plan»

Es Nochebuena y ceno feliz con mi familia. Estoy muy nerviosa, porque esta va a ser la noche en la que alguien por fin va a descubrir la verdadera identidad de Papá Noel. Y no solo eso, sino que también habrá constancia de ello.

La emoción llega a niveles estratosféricos cuando nos vamos a casa.

Cada año me paso la noche despierta, con la esperanza de descubrir por fin a Papá Noel. Desgraciadamente, siempre me quedo dormida o no logro llegar a tiempo, pero este año va a ser diferente. Este año lo lograré.

Subo a mi cama, fingiendo que duermo. Cuando todos duermen, bajo de puntillas al salón, donde se encuentra mi disfraz de árbol preparado. Me coloco en posición con él puesto, con la cámara de fotos lista y los ojos bien abiertos.

Después de un rato, un ruido me sobresalta y me decepciono al ver a mi perro. Da vueltas silenciosas aparentemente emocionado. Frunzo el ceño y miro con atención al ver un destello dorado.

Una persona se hace visible y sonrío sabiendo quién es. La silueta acaricia a mi perro y coloca los regalos justo en frente mío, y para mi sorpresa veo una larga cabellera blanca y un rostro afeminado.

Incrédula, hago la foto rápido y cuando me doy cuenta, la mujer sonríe y mira hacia donde estoy yo. Me giña un ojo, con aparente diversión, y desaparece tan rápido como ha llegado.

La confusión me invade y pienso que hemos sido engañados siempre. Papá Noel no reparte los regalos por el mundo, es Mamá Noel. Rápidamente, miro la cámara de fotos y me entristezco al ver que en la foto no se ve nada.

Pienso que ha sido mi imaginación, pero cuando veo a mi perro mirarme con un brillo inusual, sé con certeza que no ha sido mentira.

Todo ha sido real.