Ella era la actriz principal de un exitoso culebrón, iban ya por la emisión del capítulo 387 y seguían subiendo las audiencias. Él era el actor secundario de un thriller psicológico, que aunque seguía en parrilla, no acababa de cuajar en el público, pero aún así llevaban ya 236 capítulos.
La primera nota vino acompañada de un ramo de narcisos, en ella decía que había estado soberbia y lo firmaba Alan. Desde el primer momento supo de quien eran las flores y un escalofrío le recorrió la columna vertebral. Los mensajes de respeto y admiración, pronto fueron sustituidos por otros de cariño que enseguida tornaron tórridos y ardientes. Ella enrojecía candorosamente, cuando en el cue leía —como me pones Violeta— Él encontraba intercaladas con su guion notas como —en la escena del beso de hoy, no podía dejar de pensar en ti—
Todo empezó a cambiar el día que se incorporó una joven actriz, con poco cerebro pero unas curvas que producían vértigo. Iba a dar vida a su hija dada en adopción al nacer. Fue como un jarro de agua fría, ¡Ella con una hija de 20 años! Sintió que era su final profesional. Las muestras de cariño de Alan siempre la animaban —ninguna actriz te podrá nunca hacer sombra, por muy guapa que sea— le decía.
Unos celos enfermizos la hicieron enloquecer y tres días sin notas de Alan, fue suficiente para perder el control. Comenzó a destrozar todo lo que se encontraba a su paso. Aprovechando el desconcierto, agarró las tijeras de la peluquera y se las clavó sin misericordia a su hija postiza, produciéndole la muerte en el acto.
Ahora, no es que se arrepienta de lo que hizo… pero quien iba a imaginar, que a Alan lo habían despedido de la serie.
Muy buen relato, enhorabuena.
Saludos Insurgentes.
Un final muy bueno.