🌀 Cuenta la aventura de un repartidor que está realizando una entrega y cruza un portal interdimensional que lo introduce en una película o serie. ¿Lo verán por la tele desde el mundo real? ¿Querrá volver o preferirá quedarse?
Pulsé el telefonillo del portal y alguien abrió sin preguntar. Al sentir el zumbido empujé la puerta de hierro y cristal de un edificio gastado, encorvado, medio derruido, situado en el centro de un barrio marginal. En mis manos llevaba un paquete cualquiera esperando ser recibido. Como si quien hubiese llamado hubiera sido el objeto, y la cosa no fuese conmigo. Simplemente era el mensajero, un certero cero a la izquierda. Cada jornada empujaba docenas de puertas diferentes. Si, por lo que fuese, preguntaban "quién es" antes de abrir, evitaba hablar de mí. No era nadie, tan solo el repartidor. Un oficio anónimo, sin nombre ni apellidos. Ya en el hall, busqué el ascensor y di con un espacio inesperado, pero familiar. Como el escenario de una película que ya hubiese visto. Medianoche en Paris, deduje al identificar la tasca donde artistas de los años 20 bebían, bailaban y fumaban mientras refutaban a mi alrededor. Dalí esbozaba nada, con un leve gesto de sus manos irrumpiendo en el humeante aire denso donde Zelda Fitzgerald fumaba encaramada a la conversación que Hemingway mantenía con Buñuel. Sonaba jazz desordenado, como acelerado. Esquivé personajes ilustres danzando, incluso fui toreado por Juan Belmonte, quien me cedió el paso con un pase de muleta algo desacertado. Cuando di con Gertrude Stein, que conversaba con Dalí, dejé el paquete sobre su mesa. Ella me miró a los ojos y la música cesó. "Supongo que es su manuscrito", comentó en voz alta mientras asentía con la cabeza. Yo, simplemente alcé los hombros y me fui de allí. No tenía tiempo que perder, aún me quedaba media jornada. No es que me estuviese quejando del trabajo, cuando te acostumbras no está nada mal, aunque el portal donde entres, de vez en cuando, sea interdimensional.
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Txema Pinedo
Autor del cuento La canción de Bruna y el poemario fotográfico El bosque.
Director…
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Jose R.G.
10 oct, 00:49 h
Me ha gustado el relato. Puede resultar confuso si no se conoce la consigna del reto pero eso es algo que adolecen muchos de nuestros escritos. Me ha chocado que vaya a repartir un paquete cuando en realidad es su propio manuscrito lo que va a entregar. ¡Nos leemos!
Txema Pinedo
10 oct, 09:05 h
Hola, José. Realmente él entrega un paquete, sin masy, es solo el repartidor. Que sea un manuscrito forma parte del guion de la película en la que él ha entrado, pero de la cual quiere salir pitando para seguir entregando más paquetes. Nos leemos, un abrazo.
Jose R.G.
10 oct, 09:54 h
De acuerdo. Entendí que era un manuscrito suyo.
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David Coneri
10 oct, 22:00 h
Un escenario peculiar, sin duda. Buen relato, Txema.
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Txema Pinedo
11 oct, 00:17 h
Millón de gracias, David.
Carolina Gilbert
10 oct, 22:00 h
Es una de mis películas favoritas. ¡Quiero ser ese repartidor! 😍
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Txema Pinedo
11 oct, 00:18 h
Ay, a mí me pasa igual, es una de mis favoritas también. Sería un planazo ser él, seguro que no salíamos del local nunca.
Rosa Román
13 oct, 11:58 h
Vaya forma de describirlo todo... ¡qué maravilla! Parecía que estaba allí. Muy bueno.
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Txema Pinedo
13 oct, 12:14 h
Ay, qué ilusión. Cómo me alegro. Muchísimas gracias, Rosa. ♥️
Diego Jambrina Merino
13 oct, 15:00 h
Hubiera estado bien que el mensajero le pegara un buen puñetazo en el estómago a Manolete; para aprovechar el reparto, digo yo. Por lo demás, genial ;)
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Txema Pinedo
13 oct, 15:04 h
Jajaja, un acto reflejo tras ser toreado. Me alegro de que te gustase.
Anastasia Sopale Thompson
13 oct, 21:04 h
Qué afortunado el repartidor al internarse en semejante elenco. Me cambiaría por él. ¿No me podría mandar la dirección por WhatsApp? Enhorabuena, Txema.
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Txema Pinedo
13 oct, 21:06 h
Ay, pues sería genial tener la ubicación, ¿verdad? Muchísimas gracias por tus palabras. ♥️
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