Abrí los ojos y vi el caos.
-...en el corazón! ¡Diez miligramos de adrenalina! ¡Y desfibrilador a 200!
Cerré los ojos.
Cuando desperté, todo había cambiado. Preguntaba y nadie respondía. Iba viajando entre el sueño y la consciencia. Un día al despertar, sentado delante mía había un hombre con bata, me habló sobre datos, probabilidades y jerga médica que ni comprendía ni quería comprender, excepto una frase.
-...Durante el accidente se produjo una hipoxia, falta de oxígeno en las neuronas, esto puede conllevar lesiones cerebrales. En su caso, afectó al nervio óptico y le provocó una acromatopsia. Ya no distingue colores, solo tonalidades grises. Es raro, pero no imposible. Señor, necesito que confirme que lo ha entendido.
Claro que sí.
Lo he entendido.
Jamás volveré a pintar.
Quinta vez que me pongo delante de un lienzo en tres meses, y quinta vez que lo destrozo. No sé rendirme. Siempre digo que es la última vez que lo intento, y caigo de nuevo en la tentación de volver a soñar con colores, y me frustra no poder sacarlos de mi cabeza.
Me doy un paseo para despejarme, la realidad me abruma.
El cielo es gris.
Las flores son grises.
La vida es gris.
Sin darme cuenta, acabo sentado en la arena mirando la playa, donde tuve el accidente, meditando sobre si sería cobarde o valiente avanzar hacia el agua y dejarme llevar.
Tan ensimismado estoy que no me percato de la chica, que como yo camina sin rumbo. Me fijo en ella, y al sentirse observada nos cruzamos la mirada. Me esboza una frágil sonrisa, y al devolvérsela veo algo en esa muchacha, algo que me produce una esperanza arrolladora.
Su pelo es gris, su piel, su boca es gris. Pero sus ojos…
Sus ojos son verdes.
Pero es la historia que quería contar, la que tenía que sacar.
Espero que os guste
Muy original y lleno de intriga hasta el final.
Me ha gustado.
Saludos Insurgentes