10 de enero 2021, Madrid
La nieve cayó dramáticamente esta semana, como una diva de Hollywood, como nunca hace décadas.
Todavía cubre las calles.Acabo de volver a casa en plena madrugada, queridísimo diario.
De camino se me hundían las botas, baratas pero eternas.
Se hundían que daba gusto, pero también frío, mucho.
Tengo los pies empapados.
Acá empieza este viaje, y necesito dejarlo escrito con fecha exacta.
Por primera vez una cita Tinder parecía no ser solo una mierda de jugar a que somos increíbles y beber riendo sin ganas.
Esta vez superé las dos o tres rondas de vino dentro de un bar.
Me invitó a su casa a escuchar vinilos.
VINILOS, dios mío pensé, lo que extrano eso, lo que amo los discos de pasta.
Por favor sí, sigamos este encuentro como sea, también pensé.
Su casa casi pegada al bar, llegamos enseguida muertos de risa y helados.
Entramos, nos descalzamos, no puede ser tan guapo, inteligente, interesante, todo junto, pensé también. La nieve se veía caer por la ventana, abrió un vino tinto. Quién guionaba esto?
“ Te gusta Led Zeppelin?”, me dijo mientras sacaba de su pornográfica estantería llena de discos, un ejemplar que vale más euros que mi sueldo.
Y ahí mismo, tuve que salir corriendo.
No puedo explicar lo que me pasó.
Hambre, sed, todo. Mis ojos estallados. Qué sabor tendría ese cerebro de ingeniero, friki, artista, tan inteligente y bohemio a la vez.
Me di miedo.
Me dio pena que sea él mi primera víctima, tan bien había salido esa primera cita, tan llena de clásicos su estantería. Alguien tiene que seguir escuchando todos esos discos.
Espero hambrienta, literal, mi proxima cita. Por estadística no superarán las rondas de bar, y ya no me van a dar pena, queridísmo diario.
Je, je, je...
Saludos Insurgentes