- Me queda poco para terminar, ahora os sigo -respondió con una sonrisa forzada.
Gisela lo acosaba. Era compañera suya en la orquesta y tocaba el violín. Era tal su obsesión por él, que había llegado a vigilarlo a la salida de los ensayos para controlar que hacía.
A Jonás hoy no le apetecía ir de copas con sus compañeros ni intercambiar risas forzadas con Gisela. Él no sentía los mismo que ella y ya se lo había dejado claro.
Algo esa noche no funcionaba en el órgano. Su sonido no lo hacía vibrar como de costumbre. Pensó que sería producto del cansancio, quizás sus dedos no acariciaban con la ternura habitual las teclas y por eso las tuberías no evocaban el sonido perfecto que él anhelaba.
Lo dejaré por hoy -pensó. Y se fue directo a su piso, necesitaba descansar.
Estaba inmerso en sus ensoñaciones, cuando sonó el teléfono.
- Le habla la comisaria Narváez, tiene que venir en cuanto pueda a la comisaría.
-¿Qué ha pasado? -consiguió balbucear.
- Hemos encontrado el cuerpo sin vida de uno de sus compañeros.
-¿Cómo? -dijo desconcertado.
- Tranquilo, solo queremos entrevistarlo en calidad de testigo. En la entrada de su piso le espera un compañero que le acompañara hasta aquí.
-¿Cómo ha sido?
- Ha muerto por asfixia.
Cuando días después Jonás fue partícipe de que su compañero Juanjo había sido asesinado, y que había aparecido estrangulado con una lazada de cuerda de tripa entorchada con aluminio, lo tuvo claro.
Gisela conocía su secreto, su amado Juanjo había muerto por los celos enfermizos de su acosadora.
La cuerda de su violín retuvo el último aliento de Juanjo, el único ser que le había hecho sentir un amor mayor que el que experimentaba por la música.
Conmovedora historia.
Enhorabuena por el texto.
Queda votado 😉👍🏼
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes