«Atrapado»

El humo asciende en gruesas columnas negras desde la ventana del cuarto. Desde la azotea donde quedó atrapado cuando subió a tender la ropa, contempla impotente cómo ascienden las llamas por los toldos de la fachada. Sabe que no tardarán mucho en llegar hasta él y tiene que actuar rápido.
El edificio y La Manga entera están abandonados en invierno y los bomberos de San Javier tardarán demasiado en llegar hasta allí, así que debe intentar salvarse solo. 
Mira hacia abajo y contempla desesperado la piscina vacía. Entonces recuerda la pesadilla de niño en la que tenía que bajar desde su balcón descolgándose por las cornisas hasta la calle. Imposible. Aquel sueño casi nunca terminaba bien. 
Mira a su alrededor. El edificio más próximo está separado por un callejón no muy ancho, de unos cuatro metros. Además, el otro edificio es un poco más bajo y podría intentar el salto si la situación se vuelve insostenible. 
Los bomberos no llegan, el humo es cada vez más asfixiante y hace cada vez más calor. Decide saltar antes de que el mareo le impida hacerlo. Coge carrerilla y echa a correr a toda velocidad hacia el abismo. 
Salta. 
Mientras cae al vacío escucha una sirena lejana aproximándose.