«Bienvenido al infierno»

Ese olor… ¿a que huele? Huele a humo. ¡No puede ser! Pero… pero… ¿que está pasando? ¡Se está quemando todo!
- Ana, Ana… ¿Donde estas? La niña Ana, no la veo…
Las llamas devoran lo que se encuentran a su paso en cuestión de segundos, las llamas de diferentes todos rojos y naranjas, alcanzan los puntos más altos de los árboles.
- Sofia, Sofía… ¿Donde estás cariño?
Intento correr desesperado lo más rápido posible… ahí veo algo, no puede ser… ¡Sofía tesoro!
Tenía que haber hecho caso a Ana, la idea de una barbacoa en el campo era mal, aunque no quise escucharla.
Cojo a Sofía en brazos, sus ojos están cerrados… mis lagrimas comienzan a caer mezclándose con el sudor y la agonía del momento.
Localizó una botella de agua y se la hecho por encima a Sofía.
¡Genial! Reacciona.
- Cielo tranquila estás con papá.
Las sirenas de fondo anuncian la llegada de los bomberos. ¡Menos mal!
Corro a través de las llamas con terror al ver como los animales escapan de ese infierno. Entre ellas logro encontrar a un bombero, le entregó a Sofía y vuelvo para buscar a mi adorada Ana.
Me destroza pensar que esto es culpa mía, por no hacer lo correcto y dormirme sin haber apagado todo bien.
Veo a otro bombero con una mujer en brazos, ese pelo… ¡Ana! Corro hacia ella pero la meten en la ambulancia, veo como la intentan reanimar, no me permiten que me acerque. No puede estar pasando esto…
Sofía corre a mis brazos asustada.
Y sin más, ella se ha ido… mi Ana me ha dejado y todo ha sido culpa mía.
Todo se acabo… una parte de mí se ha ido con ella entre esas llamas, entre ese infierno.