«Cuando el amor es más que una palabra vacía»

El sonido de unos zapatos hace eco por el despejado pasillo del hospital; una joven camina deprisa después de salir del trabajo pero a pesar de su agotamiento está feliz, hoy no es un día cualquiera. 
- ¡Feliz Cumpleaños! - grita, con alegría, abriendo una puerta.
Postrado en la cama, el amor de su vida, el hombre que siempre consigue hacerla reír; quien a su vez se ríe de las infantiles formas de su prometida. Más de una vez habría jurado que se trataba de una 'niña perdida'. 
- Parece que tienes compañía, de ella si que no te escapas - observa, una sonriente doctora.
- ¿De este terremoto? Imposible - afirma, recibiendo el abrazo de su amada mientras la doctora sale de la habitación dejando a la pareja sola.
- ¿Terremoto? Si adoras mi chocante personalidad - se ríe, metiéndose en la cama con él, siempre encontrando un huequecito para acurrucarse contra el, mirándose. 
- ¿No te cansa tener que pasar fiestas y más fiestas en un hospital en vez de en casa? - pregunta, bromeando, pero un existe un pequeño ápice de inseguridad en s voz. 
- Lo que me cansa es verte mal - asegura, removiendo sus cortos mechones -. Si fuese maga te curaría, pero no por mí sino por ti. Yo te amo tal y como eres, y si la genética se puso cabezona hace ya - comenta, mirando su reloj -. Más de treinta años, pues qué le vamos ha hacer.
- Eres demasiado comprensiva - asegura, dándole un escueto beso, sus ojos brillando por las lágrimas no derramadas. 
- No, solo una persona enamorada - dice -. Y te lo creas o no, eres mi alegría, diabético o no. sé que dudas, amor, pero si tus pensamientos te confunden escucha mi voz entonces: TE QUIERO.
La pareja, nariz contra nariz, en la cama del hospital se miran y sonríen.