«Cuatro brujas»

Rosaura se entretuvo esa tarde recogiendo sus hierbas en el bosque.
Apresuró el paso por el camino que llegaba a su choza, caía rápidamente la noche y sus hermanas estarían preocupadas, últimamente la "caza de brujas" se intensificó y raro era el día que no prendían a cualquier desgraciada.
Ellas nunca hasta ahora presenciaron alguna detención, pero las habladurías de los vecinos coincidían, era algo que sobrepasaba la maldad humana, pobres mujeres sacadas de sus casas arrastradas de cualquier forma, tiradas en mitad de la calle, donde eran apaleadas sin ningún escrúpulo para dejarlas al borde de la muerte y entonces tirarlas por el acantilado " del diablo", a algunas, se les concedía la oportunidad de defenderse con un simulacro de juicio, cuyo final era dar con los huesos de la acusada en una fría mazmorra de donde jamás saldría y nunca se volvería a saber de ella.
Desde lejos Rosaura divisó las luces de las antorchas, aminoró el paso y buscó un escondite cerca para ver qué ocurría.
Se le heló la sangre, sus tres hermanas yacían en el suelo, desnudas  y rodeadas de sangre.
- Son cuatro hermanas, estoy seguro, nos falta una bruja.
Escuchó con claridad la voz de aquel soldado.
Esperó agazapada hasta que muy entrada la noche aquellos hombres decidieron marcharse.
Rosaura se precipitó sobre los cuerpos de sus hermanas, las lavó cuidadosamente, les peinó sus rojas cabelleras y  recitó sus salmos, y entonces las almas de aquellas mujeres abandonaron sus cuerpos, todo alrededor de su choza se iluminó con una luz violeta, los cuerpos se despegaron del suelo, se elevaron hacia el cielo negro de la noche y desaparecieron.
Hasta el amanecer se escucharon por todo el poblado los cánticos procedentes de las nubes. Los más viejos del lugar lo entendían, " ellas nunca desaparecen"