«De las cenizas»

Nunca había hecho nada de provecho en su vida, al menos era lo que siempre me habían reprochado mis padres. Me había entregado desde joven a las drogas y al alcohol y nunca había hecho nada por nadie y la vida me lo había devuelto en forma de existencia miserable y solitaria. Mis padres ya no estaban y ya no le importaba a nadie, tan solo me quedaba aquel ruinoso piso, y ahora ni siquiera eso. Una vieja estufa de gas  había estallado dos pisos mas abajo acabando con la vida de aquella pareja de ancianos y desatando con ello un mar de llamas que había comenzado a devorar lentamente las entrañas del edificio. Al estruendo le siguió el griterío del resto de inquilinos implorando ayuda. Podría haber salido a tiempo si hubiese seguido mi naturaleza egoísta, pero los gritos del piso inferior me hicieron volver a subir. La familia africana que vivía en el piso inferior había quedado bloqueada por las llamas por lo que aun no se porque me decidí a entrar. Eran buena gente y no merecían acabar de esa manera, así que desde la ventana les ayude a escapar. Al fin estaban fuera pero para mi ya era tarde, las llamas continuaban ascendiendo devorando todo a su paso y solo cabía una huida hacia arriba. Fue un gran error, puesto que las llamas seguían ascendiendo y la estructura se quebraba. A lo lejos se oían las sirenas, pero no llegarían a tiempo, las llamas ya lamían la azotea. La ultima decisión se dividía entre acabar calcinado o caer al abismo, así que salté. Ahora mientras emprendo mi último vuelo y me precipito contra el asfalto al menos se que mi vida no fue del todo inútil, y que al menos ellos se salvaron.