El estadio lleno me recuerda a un gran dragón recostado. El bullicio del público parece los ronquidos de la bestia y en las luces de miles de móviles imagino escamas que brillan reflejando el movimiento de inspiración y exhalación.
No estoy alucinando, ni he consumido, al menos no más de lo habitual. Los conciertos tienen una energía especial, una magia que conecta a todos sus participantes y, durante un par de horas, vibran como un mismo animal. El de esta noche es un dragón.
Ya pasó el momento del fuego y el humo, el dragón bailó enardecido, destrozó sillas y guitarras, se quedó afónico de gritar. Ahora, cuando es uno en su jadeo de recuperación, cuando más ávido está de calma, pero no quiere perder está conexión, ahora es el momento de presentar mi nueva balada.
Será una sorpresa para todos, ni siquiera mis músicos la conocen, y es que la he escrito en sueños, y he despertado hoy con ella en mi cabeza. Cuando anuncio el estreno, y me siento al piano, el dragón ruge con fuerza. Mis músicos me miran atónitos, no solemos improvisar así pero sé que irá bien.
Mejor que bien, la banda ha conectado con la canción en menos de 8 compases, el público enloquece, el dragón despega un vuelo ligero. Ningún tema puede salir mejor que este, así que nos despedimos sin “bises”.
Desde el camerino se escucha el dragón rugiendo aún, el público no quiere irse. Quedamos solos mis músicos y yo, sus caras de asombro lo dicen todo, la nueva canción es suprema, quizás lo mejor de mi carrera. Sonrío orgulloso, hasta que el baterista dice
-A ver si nos explicas el chistecito de cambiarle la letra a “Yesterday” y decir que es tu nuevo tema.
El final me recordó mucho a la escena de la película "Yesterday", donde en la rueda de prensa "salta la liebre".
Relato votado 😉👍🏼
Enhorabuena.
Saludos Insurgentes