«Ébano y Marfil»

Todos los días a la misma hora, esperaba el bus en el mismo lugar. El humo de la ciudad empañada sus ojos y secaba su garganta. Las puertas del autobús se abrieron delante de ella, colocó sus pies en los escalones para entrar, y sus ojos se clavaron en el suelo al ver que tenía que pasar entre un grupo de chicos blancos que la miraron con repugnancia así sin más. Una pierna larga se metió delante de ella haciéndola tropezar y caer contra el suelo del transporte. Las risas sonaban tan fuerte que por un segundo se imaginó que participaba en un gran teatro lleno de personas que se divertían al ver una absurda comedia. Intentó levantarse sin decir una palabra. Era inentendible que no recibiera ayuda, hasta que se escuchó una voz fuerte que sonó con un "Basta" potente... Las risas cesaron. Ella se volteó y se encontró con aquel chico blanco que con el ceño fruncido la ayudó a ponerse de pie..., la acompañó hasta uno de los asientos y luego se sentó a su lado. 
-hola. Soy Will... -dijo y le estrechó la mano.  
-Mi nombre es Alika... -respondió con voz suave, sin mirarlo a los ojos. 
-¿Alika? -preguntó el con una sonrisa muy dulce el los labios. 
-Si. Significa "la más hermosa"... 
-Pues muy bién puesto el nombre entonces... -dijo sonriendo y sacó del bolsillo de su pantalón un pañuelo para que Alika se limpiará la sangre que salía de su rodilla. 
-Después de aquel acontecimiento... -decía Elvis, el hombre mestizo de cincuenta y cinco años a sus tres nietos que escuchaban la historia sentado junto a él-...mi padre comenzó a elegir mejor a sus amistades, se casó con mi madre, y, pues a partir de ahí..., ya la historia se cuenta sola...