Mamá ha entrado llorando a casa. Es la tercera vez que vuelve con su fantástica tarta de chocolate en las manos porque los vecinos no le abren la puerta. Para nosotros mejor, porque así Jimmy y yo merendamos nuestra tarta favorita. Pero mamá está triste. Papá la abraza, y ella sigue sollozando. No entiendo porque tiene que llevar tartas a los vecinos, ellos no nos han traído nada a nosotros.
Llevamos más de dos semanas aquí y nadie se ha acercado a saludar. Nosotros hemos intentado jugar con los dos niños rubios de enfrente, pero han salido corriendo. Jimmy quería perseguirlos, pero yo le dicho que no, que no merecía la pena.
Desde que llegamos a este barrio han sucedido cosas. La primera noche nos pintaron la puerta con la palabra ¨NEGROS¨ y desde entonces no paran de ocurrir imprevistos. Ayer papá no pudo ir a trabajar en coche porque tenía una rueda pinchada, pero dijo que mejor porque así caminaba.
Todas las noches, papá nos cuenta el cuento de “ser distinto es ser especial”. Pero no lo entiendo, yo no me siento especial y sin embargo soy distinta. En el colegio, en la tienda… no son como nosotros, pero a mí no me importa. Por eso, no comprendo por qué los demás le dan tanta importancia. Mi amiga Sally del colegio, es igual que yo y opina lo mismo. Nosotras estamos siempre juntas, aunque no tenemos más amigas.
Lo más llamativo del nuevo barrio son los jardines que con tanto esmero cuidan los vecinos. Jimmy y yo nos hemos habituado a contemplar como arreglan sus tulipanes, pero a mí me parece una pérdida de tiempo. Total, casi todas las tardes se nos escapa el balón y aplasta esas flores tan cuidadas. Una verdadera pena, o no.
Bonita historia, enhorabuena.
Saludos Insurgentes
Buena historia y punto de vista.
Me ha gustado mucho, felicidades.