«En Laponia hace frío, pero yo me río…», menuda canción más idiota que no puedo sacar de mi cabeza, gracias al grupito de elfos “jugueteros” que no paran de repetirla. ¡Me están tocando la punta del bastoncillo de caramelo! Se les ve felices porque su trabajo es llevadero.
¿A qué me dedico? Soy el encargado del empaquetado final con papel de regalo de, absolutamente, todos los juguetes que se fabrican. Aquí me conocen como “El del celo”. Me pusieron ese absurdo mote porque siempre estoy buscando el celo. No sé qué es lo que pasa, pero siempre que lo necesito, el celo ha desaparecido y tardo minutos, horas o, incluso, días en volver a encontrarlo. A veces, creo que son los elfos que trabajan aquí los que lo esconden, para echarse unas risas a mi costa.
Este trabajo me desquicia. El gordo de la barba no dudó en que Bushy Evergreen pudiera hacer realidad la máquina mágica de hacer juguetes. Así, todos los “jugueteros” se dedican solamente a supervisar por turnos la producción. Yo, mientras, no doy abasto en empapelar todos los juguetes. El jefe no me permite hacer realidad la máquina de empaquetado mágico que he diseñado; creo firmemente que Bushy no quiere otro inventor rival…
En el último año, me quitaron todas mis vacaciones por el tiempo perdido en buscar el celo. Ya es demasiado duro trabajar en Navidad como para, además, tener que trabajar cuando el resto de mis compañeros también descansan.
Acabo de terminar y veo, desde la ventana, al gordo sentándose en el trineo. ¿Qué voy hacer ahora? Me voy a tomar unas vacaciones, no sin antes, meter una remesa de celo sobrante dentro de los engranajes de la máquina mágica de juguetes… ¡Ya veremos a quién le @#!*n las próximas vacaciones!
Muy bueno, enhorabuena.
Saludos Insurgentes
Gracias por la lectura!