«El discurso de la bestia»

Oculto entre la neblina otoñal, observo el irónico panorama... Todos danzan por las calles con disfraces cutres a más no poder, mofándose entre carcajadas de lo irreal que son las criaturas a las que tratan de imitar...
¡Oh, pobres ilusos! No son conocedores de la realidad que les susurra al oído que tengan más cordura... Pobres animalillos que campan sin ver el verdadero peso de sus actos...
Pero no puedo culparlos, no a sabiendas de que, un día, no hace mucho tiempo... Yo era como ellos...

Todo empezó un fatídico y tormentoso 31 de octubre mis amigos y yo deambulábamos por las calles simulando ser monstruos... No recuerdo bien cómo, pero terminamos frente a una vieja casa abandonada... Nadie quería entrar, pero yo, fiel creyente de lo empírico, quise demostrar que no ocurría nada; me coloqué frente al gran portón... Ese fue mi gran error...

Acto seguido, fui arrastrado hacia el interior de la casa, rogué auxilio desesperadamente; únciamente vi unos afilados colmillos...

Cada día que pasaba entre aquellas paredes, mi cuerpo se deformaba más; hasta que llegó el punto de no retorno, y perdí todo atisbo de humanidad... Despertó en mí una sed insaciable de sangre, era un deseo superior a toda la cordura que pude haber tenido alguna vez... Y, trágicamente apareció ella... Una joven cuyo palpitante corazón elaboraba un jugo que desprendía el más rico de todos los olores...
Quise detenerme, lo juro, pero... Una vez la pruebas, no puedes parar...
Es la peor de las drogas, pues su mero virar en las arterias nubla mi juicio...

Y para terminar... Permitid que os de un consejo... Cuidado con las leyendas, porque, el día menos pensado, puedes convertirte en una de ellas... [Carcajada malvada.] Feliz "Halloween"...