«El Rey del patio»

Suiza. Septiembre de 1942.
Un dia cualquiera en el colegio Ville Saint Jean de Friburgo.
Juan Carlos: primero en cruzar el arco de piedra que da entrada al edificio. Su poco apego familiar (cuentan que sería capaz de disparar a su hermano) hace que ni se despida de Juan, su padre, que lo mira con orgullo. En el segundo escalón tropieza, pero sabe reponerse a tiempo.
Rubio, alto y campechano. Golfo de manual a pesar de sus cuatro años. Viste camisa gris bajo un chaleco de punto de color beige. Las rodillas que dejaban a la vista el pantalón corto marrón irán padeciendo su torpeza con el paso de los años.
Juan Carlos: primero en sacarle punta al lápiz y en escaparse del colegio sobre la bicicleta azul que le regaló el tío Paco. Saltaba cada noche la muralla que los separaba de las habitaciones de las chicas para borbonearse ante ellas y levantarle las faldas.
Rey del patio le llamaban. Gustoso del buen comer, del buen vivir y del buen beber. Nunca dudó en hacer tratos con otros niños para obtener algún beneficio. Tal fue su don de gente que fue nombrado delegado de clase emérito.
Pasaron los años, cambiaron los tiempos, pero el pequeño Juan Carlos continuó haciendo alarde de su personalidad. Él siempre siguió siendo "el rey del patio"