«¿En Comisaría por accidente?»

—¡Nando, despierta! ¿Te has enterado bien del pedido?
—Sí, jefe. Llevar una Hawaiana y una Prosciuto al octavo 'A' de la Calle de Morfeo Salvador 33... Lo capto. No la pifiaré esta vez, jef...
—Jefe esto, jefe lo otro... ¡Te recuerdo que esta es tu última oportunidad! ¡Tu periodo de prueba hace tiempo que terminó! ¡No me obligues a poner otro anuncio buscando repartidor competente!
—No le defraudaré esta vez.
—¡Pues eso espero! Y ahora, piérdete. 

«Piérdete, dice. Será... Pero como no debo morder la mano que me da de comer... ¿Y quién inventaría esos malditos refranes? Me pregunto a qué sabría una pizza con sus dedos, porque más parecen salchichas.»

Cuarenta minutos después:

—¿Sí? –Dijo una voz femenina casi robótica.
—Su 2 X 1. ¿Me abre, por favor?

Tras salir del ascensor, Nando se dispuso a llamar al timbre. La puerta se encontraba entreabierta; la extraña iluminación fluorescente e intermitente que se colaba atrajo su atención. Empujó del todo y...

—Pero... ¡No puede ser! ¿Comisaría de Distrito Sur? ¿La Parra? ¡Increíble! Si está saliendo de ella la Comisaria Claudia Miralles y... ¡viene hacia mí!
«¿En serio fue quien me contestó? ¿Es una broma?» 

—Buenas tardes, señor Fernando Hidalgo, ¿o mejor lo llamo 'Nando', a secas?
—Creo que se equivoca de persona.
—¿Está usted seguro? Tendré una edad, pero aún puedo leer.

«¡Mierda! La identificación del chaleco.»
—Vale, usted gana. ¿En qué puedo Servirle, Comisaria? Porque de Proteger ya se encargan ustedes.
—Conque haciéndose el gracioso, ¿eh? 
—La admiro mucho, ¿sabe? Los veo cada tarde en La 1 de televisión española y...
—Y queda usted detenido.
—¿Yo? ¿Cómo? ¿Y de qué se me acusa? ¡No he hecho nada!
—¡Okoye, Herrero, esposadlo!
Antes que lo lograran, huyó hacia el Centro Cívico, desapareciendo por el mismo portal.

Asustado y hambriento, abrió uno de los cartones: una Prosciuto con "salchichas" lo esperaba cubierta de "kétchup", como sus manos.

…

—¡Pero... si es Nando!
—Hijo, mejor cambia de canal.