Hace tiempo me ronda qué es eso del amor. Lo que sí sé es que, si me comprometo, mi casa también se compromete esté o no comprada. Significa dar todas mis pertenencias. La conocí a ella y nada tenemos que ver. Tal vez sea mejor así. Sin nada que decirnos de interesante. Solo tonterías porque abrirse es sacar material inflamable. He aprendido que los hábitos que tiene cada cual, son imposibles de cambiar. Para eso, desde el principio, hay que escoger a la persona adecuada. Y yo, yo reconozco mi equivocación. Nunca me ha gustado ni el sabor ni el olor del tabaco prendido. Me repetí sin cesar que el amor consiste en sentir una pasión irrefrenable o el otro extremo, un leve calorcito por dentro.
Yo vivo en un primero y en el séptimo hay una pareja con un niña recién nacida. Yo pensaba que todo iba bien entre ellos. Pero ha debido de suceder un terrible accidente. Los de abajo notábamos que entraba humo, pero no nos explicábamos cómo. Al principio pensé que me había dejado el arroz y el agua se había evaporado, pero cuando me asomé por la ventana, ya había ocurrido lo que tanto se temía. Desde mi balcón mirando hacia arriba veía el humo y si me inclinaba hacia abajo, los vecinos en la calle contemplaban cómo ardía. ¿Nadie había llamado a los bomberos? Si los vecinos estaban a salvo como era de esperar, seguramente, pero no veía a nadie con una bebé recién nacida. Subí corriendo las escaleras para llegar al séptimo. Se encontraba todo en llamas. No pude ver nada, salvo tres cadáveres ardiendo y casi completamente consumidos. Al verlos, me dirigí hacia la azotea. Algún día llegarían los bomberos y entenderían que hay fuegos que nunca se podrán apagar.