- ¿Ya estás de nuevo aquí alergia?
- No soy tu alergia primaveral, esta vez no.
- Escucha, me he levantado sin poder respirar apenas, eres la alergia que todos los años me hace una visita.
- Que no. Esta vez no soy quién crees que soy.
- Me voy a duchar y voy a pedir cita al médico.
- Como quieras. Pero esta vez es diferente.
Pues va a tener razón esa voz que no sé de donde ha salido. Me siento mareada. Y eso me acaba de provocar mayor sensación de falta de respiración. No sé si es normal hablar con una voz que procede de mi cabeza.
- ¿Quieres hablar?
- Eres producto de mi imaginación. Tengo alergia como cada año y con la medicación necesaria lo tendré controlado.
- ¿Tú crees?
- Sí.
- Pues bienvenida al mundo de la ansiedad. Esa soy yo. He venido a visitarte.
Los mareos se multiplicaron por mil. La falta de respiración era cada vez más fuerte. Empecé a sentir un miedo atroz por mi vida. Me estaba dando un ataque al corazón.
- Tranquila. Únicamente tienes que aprender a gestionarme.
- Y ¿cómo hago eso? Esta pregunta ya la hice tirada en el suelo del cuarto de baño porque el pánico no me dejaba moverme.
- Cuando aparezca hazme el caso necesario, es decir, ninguno. Habla conmigo y no me des la importancia que me has estado dando hasta ahora sin darte cuenta. Solo así me convertiré en tu amiga necesaria en las ocasiones que merezcan la pena. Mientras no lo hagas, seré tu peor enemiga. Y sobre todo, reconoce que no es alergia y que me puedo convertir en una enfermedad si no me tratas a tiempo. ¡Respira y aprende a convivir conmigo!
Saludos Insurgentes