Así empezó su relato a ese hombre de ojos asustados pero sinceros que hacía anotaciones en un papel oscurecido.
-Cada día y cada noche sueño con los amigos perdidos, aquí no hay ni amigos ni familia, es sólo matar o morir - continúa su relato. Al principio, y de eso ya van varios meses, pensaba en que esto no podía ser real... Pero según pasaban las horas y sobre todo las maldades que veía, me iba dando cuenta de que la realidad había cambiado, la seguridad de mi casa, los trabajos en la escuela, los juegos con los otros amigos, las risas ya eran sólo un recuerdo del pasado
desaparecido. Ahora las cicatrices en mi cara me recuerdan que o las haces o te las hacen. No hay otro pensamiento. Hay que hacer lo que hay que hacer y sobre todo no pensar. Yo no soy malo, simplemente sobrevivo.
El periodista arrugaba su frente y entrecerraba sus ojos al notar ese dolor punzante en el corazón de aquel chico. Su desgarrador testimonio, su cara inexpresiva al relatar su historia y su pequeño y flaco cuerpo lleno de cicatrices reflejaban las humillaciones y el dolor a los que se veía sometido...
-De mayor voy a hacer cosas que ayuden a los demás y conseguiré olvidar este tiempo en que tuve que sobrevivir.
El periodista levantó sus cejas, sorprendido, y pudo ver en el fondo de su alma la esperanza resplandecer.
Esperanza en el giro final, enhorabuena.
Saludos Insurgentes