Hace cinco ciclos que salimos de la base, una simple misión de transporte. Durante el viaje, una subida de tensión nos ha hecho perder el radar y las comunicaciones, imposibilitando volver. Estamos ciegos sordos y mudos, en resumen: Estamos perdidos.
Unos gritos me arrastran de mi sueño, oigo unos pasos apresurados y siento tensión viniendo del puente, hacia allá me encamino sin ni siquiera cambiarme.
-Informen.
-Capitán -Responde la piloto- Iba a llamarle ahora. Hemos encontrado una cueva, nos puede servir de refugio.
Miro en la dirección que me señala, me fijo en una gruta lo bastante grande para alojarnos y poder arreglar los equipos. Siento una mala vibración proviniendo de ella, pero no tenemos muchas opciones.
-Adelante teniente. Voy a fiarme de su intuición.
La teniente asiente y fija el rumbo.
Entramos en la cueva, un lugar húmedo lleno de estalactitas. Una vez posamos tierra, empiezo a dar órdenes a mi tripulación. No me gustaría pasar en este lugar desconocido más tiempo del que deberíamos, y nos queda mucho trabajo por hacer. Pero cuando todo el mundo esta preparado y trabajando, empezamos a oír un murmullo, acompañado de un ligero temblor que va aumentando en intensidad.
- ¡Capitán, detecto una enorme fuente de energía dirigiéndose hacia nosotros!
Dirijo la vista por la ventana, y examinando el lugar en el que nos encontramos, caigo en la cuenta de lo equivocados que estábamos. La cueva está viva, y nos está rechazando.
- ¡Agarraos a algo! ¡Por lo que más queráis, agarraos!
Una fuerte corriente de aire anula mis gritos, y a mi alrededor se funde todo a negro…
- ¡AAAAAAAAATCHUUUUUUUUUUUUS!
Un estruendo sacude las paredes de la cocina de Manolo, y éste se saca del bolsillo del pijama un pañuelo que hace mucho que fue nuevo.
-Puta alergia.
Saludos Insurgentes