Cuando llegué a aquel pueblecito para desconectar unos días, me encontré con algo sorprendente. Era domingo y la plaza del pueblo estaba repleta de gente, cada banco del lugar estaba ocupado por una o varías personas. Todos portaban en sus manos un libro, algunos lo leían con interés, otros debatían sobre su contenido. Quizás lo que más me sorprendió fue que nadie tenía en sus manos un móvil, como estamos acostumbrados a ver en la gran ciudad. Cuando me acerqué un poco más, me di cuenta de que todos leían el mismo libro.
No pude más con la intriga y le pregunté a un lugareño:
—Porqué todo el mundo está leyendo un libro, además el mismo.
Aquel hombre me sonrió y me explicó:
—Cada semana hacemos una votación, elegimos un libro y durante esa misma semana lo leemos. Cuando llega el domingo, todos nos reunimos en la plaza, lo comentamos y debatimos.
—¿Cómo consiguen los libros? No he visto ninguna librería en el pueblo.
—El que usted no la vea, no significa que no exista.
Aquella contestación me desconcertó aún más, estaba claro que aquel pueblo escondía un secreto que no me querían desvelar, yo tampoco quería hacerlo y romper la magia que allí existía. Así que le hice última pregunta:
—¿Nadie utiliza móvil?
—No, no lo hacemos, ni lo necesitamos. Entre otras cosas porque no hay cobertura. Si la hubiera, aquí iba a estar leyéndome un libro.
Efectivamente, miré mi móvil y ni una triste raya, estaba aislado. Así que cogí un libro abandonado en un banco y me puse a leer.
¡Qué remedio!
Sin querer había desvelado el gran secreto.
Ingenioso y diferente, me ha encantado.
Saludos Insurgentes