«Nuestra historia»

Carlos y Miguel han quedado como todas las tardes después del instituto. Se dedican a nada en concreto o, podríamos decir, a buscar algo interesante por el pueblo. Cada día pasan por las mismas calles y acaban en el mismo bosque, para volver por la calle principal, ya que ambos viven en el centro.

¿O era en el parque? No, estoy bastante seguro que era el bosque. Bueno, continúo.

Hoy Miguel tiene un encargo de su madre y tiene que parar por la librería a recoger uno de esos best-sellers de un autor muy famoso que tanto le gustan. No se cree que su propia madre lea únicamente ese tipo de libros, le hubiese gustado poder compartir gustos. Pero estaba convencido de que algún día él mismo escribiría algo muy especial.

Ya veremos.

Al llegar, Carlos quiere despedirse y continuar hacia su casa, pero Miguel le convence para acompañarle dentro. Al entrar ven al anciano que despacha y que hay varias personas esperando, así que se entretienen paseando entre las estanterías, aunque sin mirar nada en concreto. Pero, al fondo, algo les llama la atención, es una puerta entreabierta. Carlos la empuja y ven una sala pequeña donde un hombre mayor escribe a mano sentado en un escritorio. Preguntan si pueden pasar, pero aquel anciano solo les mira y sonríe.

-Por favor, pasad- dice finalmente. Les hace una seña con la mano y los chavales entran, mirándolo todo con curiosidad. El hombre se levanta, cierra el libro y, con una sonrisa de oreja a oreja, sale lo más rápido que puede hacia la sala principal y, sorteando a los clientes como puede, se pone detrás del mostrador.
-Oye, Carlos -Su compañero le mira tras acabar de cobrar a una clienta-. Ya hemos llegado.