«Iocus ignis»

El ruido de los gritos y el chocar de las espadas retumban en la sala. Una encarnizada batalla se libra tras las murallas aurelianas. Las hordas bárbaras se disponen a conquistar la ciudad eterna, Roma.

Estoy en el Templo de Vesta, situado en el Foro, la parte central de la ciudad.

La Llama Sagrada baila creando sinuosas sombras en la pared. Dicen que hace más de un siglo que arde. Que el favor de los Dioses mantiene vivo el Fuego sagrado de Vesta.

¡Mentira!

Una vez vi a Dionis, completamente ebrio, orinar encima y apagar hasta las ascuas.

Hoy mi compañero de guardia, Filogonio, está todavía más asustado que yo. Por el olor seguro que se lo ha hecho encima.

Nos toca custodiar la sala. Turno de doce horas. Y es justo hoy cuando atacan los sucios bárbaros, tócate los cataplines. No pudo ser ayer, que me hubiera pillado en barracones o en el lago refrescándome.

Me asomo al pórtico a echar una ojeada. El ejército enemigo rompe nuestras filas y cada vez está mas cerca.

¡No pienso morir hoy! Y menos por defender un simple fuego.

Para llama sagrada la que me va a salir del culo.

¡Me voy pitando!