«Ispania»

Las espadas golpeaban los escudos en forma de tortuga. Neitin ve un hueco entre dos escudos e introduce su espada. Choca con algo que se mueve y aprieta más. No se ha dado cuenta pero una lanza le ha atravesado el corazón. Cuando cae el escudo que los separa, se miran a los ojos. Azules los de él, verdes los de ella. Es lo último que ven antes de abandonar  esta vida.... O no?
Unos ojos verdes lo miran directamente . Sus ojos azules están llenos de incredulidad. Neitin le tiende la mano y Orazio se incorpora. Sus armas están detrás de las vitrinas. La cara de sorpresa de ambos es mayúscula. Descubren que pueden comunicarse a pesar de no hablar idioma común.
Los visitantes del museo pasan al lado pero no reparan en ellos. Algunos los atraviesan incluso y no se percatan. Neitin y Orazio se sienten impotentes en un primer momento pero, sin querer, Orazio tira un pedestal con una urna y se produce una desbandada de gente. Ambos se miran y se ríen. Nosotros muertos en la batalla, guerreando y ellos espantados por una urna que se cae. Es muy divertido el más acá. Desde entonces se dedican a esconder piezas del museo o moverlas cuando la gente las mira. Y así hilvanan sus vidas hasta que la costura les queda perfecta y lo bordan hasta el final de los tiempos.