-Un viejo gordo vestido de rojo.
-¿Cómo?- La psicóloga abrió su libreta, preparada para tomar notas.
-Eso es lo que gritó el niño cuando me encontró en su salón: ¡mamaaaà! ¡Hay un viejo gordo vestido de rojo!
- Podemos trabajar la autoestima y puedo derivarte al gabinete de dietética y entrenamiento personal.
Papá Noel miró a la psicóloga con ojitos de niño desolado.
-Igual podemos empezar por cortar un poquito esa barba y teñir las canas- Añadió la psicóloga, más con tono de consuelo maternal que de profesional colegiado. ¿Qué queréis?, ¡era el mismísimo Papá Noel el que estaba ahí sentado!
- No puedo, he firmado este look por contrato.- Suspiró profundo. -Creo que ha llegado la hora de dejar este trabajo.
La psicóloga se tensò y juntò las manitas, dirigiendo la mirada hacia sus zapatos. -¿Has preparado los regalos que he pedido este año?
Papá Noel observó a la psicóloga, tenía delante una niña de cuarenta años. Se levantó a prepararle un chocolate y meneó la cabeza resoplando, definitivamente nunca iba a ser capaz de dejar este trabajo.
-Tranquila.- Le levantó la barbilla y sonrió ampliamente, -Tu regalito estará debajo del árbol. Pídeme cita en el nutricionista,hay que cambiar esa cláusula, voy a llamar a mi abogado.
Saludos Insurgentes