Como cada mes de octubre, paso mis vacaciones en el pueblo, en plena montaña de Cantabria. Prefiero este mes a los meses de verano, Liérganes, que es así como se llama mi pueblo, no está tan lleno de veraneantes y el tiempo es estupendo, y cuando digo estupendo es que por que prefiero los primeros fríos, al calor sofocante del verano. Pero aquel año, el año mas extraño, parecía que el calor no nos quería abandonar y llegamos al último día de octubre, el día anterior a mi regreso, con una temperatura jamás vista en la comarca. Así que me dispuse a darme un baño, el último, en el rio Miera.
A pesar de la temperatura, el agua estaba fría, siempre lo está, aunque haga calor. Cuando ya estaba a punto de salir del agua, noté que algo me rozaba las piernas, algo grande y rugoso. Me asusté, en aquel río no son habituales los peces tan grandes, así que salí rápidamente del agua. Cuando ya estaba en la orilla, vi a un extraño ser que salía del agua. Parecía un hombre, pero su cuerpo estaba completamente cubierto de escamas. Se me quedó mirando fijamente a los ojos, como si quiera decirme algo, con una mirada profunda y perturbadora. Al instante, se volvió a sumergir en el agua y desapareció.
Cuando volví al pueblo, nadie me creyó. Excepto el hombre mas anciano, que me dijo:
—Es el hombre pez, todos creen que es una leyenda, porque nadie lo ha visto. Pero sí existe. Solo aparece cada cierto tiempo, el último día de octubre. Pero cuando lo hace es para anunciar alguna gran desgracia.
Al año siguiente, una gran pandemia, asoló el mundo.
Bien narrado y estructurado paisano, enhorabuena.
Saludos Insurgentes