«La primera vez»

Esta noche, la primera de Halloween desde que todo cambió, tenía decidido disfrazarse y salir. 
Mientras se preparaba notó su nerviosismo, incluso se obligó a pararse cuando  no atinó a abrocharse los botones de la camisa azul que había elegido para la ocasión. Y no fue al azar la elección. Era la camisa preferida de ella, la que le regaló la última vez que tuvieron momento de celebrar. Quería causar buena impresión cuando ella abriera la puerta. 
Al principio de su desaparición se refugiaba en las sombras de la noche y, mientras ella volvía de sus actividades, la observaba desde la distancia y le sonreía. Le resultaba muy duro no poder abrazarla, besarla, decirle cuánto la amaba. Luego, con el paso del tiempo, se instaló en el armario de su habitación y, cuando ella dormía, salía y la acariciaba. Incluso le hablaba al oído. Fue aquella vez que a ella se le metió en la cabeza que había una criatura bajo su cama y la sensación de una presencia paranormal en sus sueños era constante.
 Desde aquel maldito accidente, desde que era un fantasma, una criatura de la noche, no dejó un sólo día de visitarla. Aunque ya no tenía alma, su recuerdo de ser mortal le hacía sentir esa desesperación del que tiene el corazón roto por el dolor de no poder compartir el amor tan grande que sentía.
Hasta este primer Halloween desde que dejó de ser humano, ni una noche había dejado de visitarla. El resto del tiempo vagaba por el mundo, atormentado y atormentando a los demás, como haciéndoles pagar con sufrimiento todo lo que él había perdido.
Hoy, la primera vez que celebra Halloween, se ha vestido de mortal de nuevo. Con la camisa azul que su hija le regaló.
Y sonríe mientras toca el timbre de su casa.