Para cualquier otra persona mi don puede parecer el mejor con el que puede soñarse nacer, para mí, sin embargo, hace muchos siglos que empezó a ser una carga demasiado pesada.
En mi planeta, no conocemos aquello que los expedicionarios nos han contado que llaman enfermedad en otros mundos. Aquí la muerte de cada uno llega cuando el “phemi”, escribe tu final. Y si, como habrás pensado, ese mi fue mi don al nacer.
Durante siglos he escrito la vida de incontables personas, libros que a veces fueron muy extensos y otras muy breves, quizá demasiado.
Tuve que convivir muchas noches con los gestos de desolación de aquellos familiares que perdían a un ser querido, y otras veces dormí plácidamente cuando escribí algún capítulo feliz para alguien que quizá no lo esperaba.
Pensarás que así siempre podré proteger a mis seres queridos, pero mi pluma no es tan libre, porque aunque mío sea el don, las directrices vienen de “El Palco”, como se conoce a la asamblea que forma el Gobierno.
Cada día ellos me dictan quiénes son las personas de mi nación que deben morir, al igual que los otros “phemis” hacen en sus correspondientes territorios.
Mi corazón ha muerto de pena decenas de veces, al escribir el final de mis parejas, de familiares y de amigos. Pero todo ser tiene su límite, incluso para mí.
Es por eso, que hoy escribo esta última página de mi libro.
Esta noche no podré dormir y saldré a pasear, encontrando la muerte a manos de alguien con sed de venganza.
No volverá a nacer otro “phemi” en esta región, y el ser humano morirá de enfermedad, como cuentan los expedicionarios que ocurre en otros lugares, siendo el libro de mi vida el último que se almacene.
Relato muy original con un final lleno de emotividad.
Me ha encantado Pedro, enhorabuena.
Saludos Insurgentes