Tengo mucho miedo. Noto gotas caer por mi rostro. No son lágrimas, son las gotas de sudor. Hace mucho calor. No consigo ver nada. Hay mucho humo. Pienso en mi mamá, es lo único que tengo en este mundo. Me arrodillo en el suelo para no sentir tanto calor en la cara. Gateo tanteando el suelo, está lleno de polvo, no sé qué es, creo que es ceniza. Veo llamaradas sobre mí. Llego a una esquina, noto la pared, me pongo de pie para ver a mi alrededor. Oigo gritos, oigo llantos, noto el vello de los brazos erizado. Me asomo hacia abajo pero no consigo ver nada, hay mucho humo, vuelan las cenizas, caen como nieve. Las llamas se acercan a mí, han invadido la mitad de la terraza. ¿Qué hago? Tengo dos opciones, quedarme aquí y morir calcinado o saltar. Si salto también puedo morir calcinado, acabar politraumatizado o sobrevivir a la perfección. No sé qué hacer. Solo pienso en mamá. ¿Estará bien? Siempre he sido un luchador, creo que necesito arriesgarme. Voy a saltar. Oigo las sirenas de los bomberos, oigo las sirenas de la ambulancia, entre tanto humo consigo ver luces. ¿Y si salto y va todo mal? Tengo que intentarlo, tengo que intentar salvarme.
Voy a saltar.