Desde hace cinco semanas estoy preparando esta obra. He usado una melodía compuesta por un buen amigo. Quería algo nuevo, algo inédito, cálido y que fuera real. Si la componía él iba a ser perfecta. La letra la he dibujado desde mi corazón, deseando rozar las notas que cuelgan de esos pentagramas tan estrictos. Esas líneas son la única barrera que existe para la fusión perfecta entre mi voz y su música. Todo ello sobre un papel que acaricio en cada ensayo. Un atril, que no me acompañará en el estreno, sustenta mi fe para que salga bien.
No puede salir mal. Sólo hay amor en este concierto.
Se abre el telón. Un piano de cola aguarda y respalda mi momento. La fina tela que cubre mi cuerpo me hace sentir bella, grande, poderosa ante el público. Suena la primera nota, levanto la mirada y ahí está él.
Doy un paso hacia adelante, sigue la melodía, acerco el micrófono a mis labios. Una lágrima resbala por su mejilla, mi voz enmudece. Mis cuerdas vocales tiemblan, no puedo verle llorar. La música sigue, pero mi voz se ha ido antes de salir. Los invitados aplauden, mi hermana lanza un silbido que aturde mi cabeza obligando a mirarla, a la izquierda del altar. Con su mirada sobre mis ojos me dice “ánimo, somos tuyos”. La melodía sigue y mi voz arranca el vuelo para abrazarla, y juntas derraman toda la emoción que durante estas semanas he volcado preparando mi entrada al altar. Mi regalo a la persona que ha dado alas a esta relación. Ahora vuelo hasta llegar a su lado. Lo bello de sentir, es dejar fluir los sentimientos. Las lágrimas brotan de nuestros ojos. Nos abrazamos. Y al mirar atrás nuestros invitados aplauden emocionados.
Mereció la pena.
https://youtu.be/QFQWFd9suco
Buen relato 😉👍🏼
Votado.
Me ha encantado la emotividad de la historia, enhorabuena.
Saludos Insurgentes