Llevábamos dos años de expediciones, surcando los mares de nuestro planeta. Habíamos recorrido poblados con gentes variopintas. Algunos vestían con una simple piel tapando sus partes más íntimas, otros tapaban todo su cuerpo con telas extravagantes, y nuestros amigos los Nordenses, con los que hemos hecho grandes negocios, vestían con pieles bien pulidas de un animal llamado Leti.
La noche en que decidí dar un descanso a mi tripulación, me encerré en mi camarote, y me puse a revisar todos mis apuntes de mi diario. Tenía anotaciones e ilustraciones majestuosas con las que lograría hacer prosperar a mi país. Con estos descubrimientos ayudaría a fortalecer a mi pueblo. Así que, tuve una gran idea, publicar todos mis hallazgos, convertirlo en un ejemplar que pudiera leerlo todas las personas.
Por fin, llegó el día. La presentación del primer libro de la historia. Según iba expresando algunos detalles de mis expediciones, los rostros de los allí presentes se mostraban deslumbrados. Sobre todo cuando expliqué el comportamiento en la piel de la tribu Makala, que se mostraba oscurecida al recibir el cambio de satélite. Fue un gran descubrimiento, el ver cómo esa gente se despertaba blanca con el satélite Sona, y se despedían con el satélite Vesna con su dermis color negro. Dos razas en un mismo cuerpo.
Ahora, sentado en mi logia, observo las estrellas mientras el Vesna surca el espacio en busca de los Makala, donde se encuentra mi gran amor. Mis queridos amigos que tanto me enseñaron, y mi querida Enya que me enseñó lo que es amar. Siempre os recordaré, mientras saboreo esta exquisita bebida que me habéis proporcionado, me relaja para abrazar la noche e introducirme en el mundo de los sueños. Según cierro los ojos, aprecio el tono de mi piel, ¿me habré convertido en un Makala?
Relato de gran inventiva y lleno de originalidad.
Bravo Mila!
Saludos Insurgentes