Lili llevaba mucho tiempo con la única compañía de sus dos perritas, las adoraba, la habían salvado más de una vez del pozo profundo de la tristeza, pero echaba de menos la compañía de un humano. Armándose de valor, se había citado con un hombre a través de la página de contactos que le recomendó su amiga Trini.
Se arregló con esmero. Había cogido unos kilitos después de tantas tardes dedicada a su última pasión, series, sofá y palomitas con crema de chocolate. Eligió un sencillo pero favorecedor vestido y un suave maquillaje. Le gustó el resultado final y se marchó animada.
Cuando llegó al lugar de la cita, a punto estuvo de echar a correr. Era un coqueto restaurante rodeado de un frondoso jardín con gramíneas, olivos y plataneras, una pesadilla.
Tomás, su cita, salió a recibirla con un precioso ramo de flores. Al acercarle la mejilla para el beso de cortesía, chocaron las cabezas con el primer estornudo, le siguieron ciento siete más. Él sonreía divertido intentando quitarle importancia. Le pidió al camarero una poco de agua para tomarse un antihistamínico y frenar el desastre que se avecinaba, pero ya era tarde. Se le empañó la mirada y empezó a emborronarse la cara con el rímel que tan delicadamente había extendido en sus pestañas. Su nariz empezaba a tomar un tono rojizo mientras sus fosas nasales se veían ocupadas por un torrente de impertinentes y molestas secreciones que luchaban por derramarse. Desesperada entre estornudo y estornudo, se levantó diciendo que mejor se veían otro día. Tomás la cogió delicadamente de la mano.
—Lili, me gustas mucho, Eres preciosa. Me gustaría volver a verte, la próxima vez, mejor eliges tú el lugar. Pero antes tengo que confesarte algo…vivo en el campo y me dan alergia los perros—
Muy buena.
Ja,ja,ja...
La próxima cita en la playa ,sin campo ,ni perros...
Bien llevada la historia, me ha gustado.
Saludos Insurgentes
Jeje.
Muy buena, Elvira.