Miré el plato con la galleta de jengibre. Toda mi atención estaba fija en esa pequeña, rota y amarga galleta que el viejo había dejado en mi puesto.
Habían sido las navidades más difíciles de todas, donde la pandemia en vez de hacer más humildes a los malditos niños los había vuelto egoístas avariciosos. Me había leído en total treinta y siete libros de electrónica para aprender hacer las "Play", y me había cortado en las manos haciendo la número cuatro mil trescientos cincuenta y tres. Después de todo eso… ¡el cabrón me había pagado con una galleta!
Mientras él se sentaba en ese puto trineo sin hacer nada más que rascarse…
No lo pienses, me dije, sé feliz. Un elfo feliz.
¡Una mierda!
Nosotros le hacíamos todo el trabajo, ¡todo! Y desde que existía Amazon ni si quiera se molestaba en llevar los juguetes a los niños. Pedidos anónimos se encargaban de ello. No hacía nada, salvo comer galletas, ganar dinero y llevarse todo el mérito.
Puto viejo egoísta.
Esto era explotación laboral. Explotación infantil si considerábamos que hasta dentro de cuatrocientos años no sería considerado “adulto”.
Estaba harto.
¡Que se joda!
Agarré el plato con la galleta y con toda la furia lo lancé al suelo. Mis compañeros y compañeras ni si quiera levantaron la mirada de sus trabajos. Una revolución era lo que necesitábamos, una maldita revolución…
El levantamiento de los elfos, dominaríamos el Polo Norte, no habría más jodidas Plays para los niñatos y podríamos tener todas las galletas.
Exigimos nuestros derechos... Jejeje
Bonitos giros de la historia... Enhorabuena
Saludos Insurgentes