«Se fue como el polvo...»

No podía créelo cuando leí esa carta, a partir de ese día mi vida cambiaría, ahora sí la felicidad que me invadía en ese momento sería eterna.
No más llantos, no más preocupaciones, todo iba a estar bien.
Habían sido 4 años de sufrimiento compaginando mi pasión con mi trabajo en el cual solo fui feliz al principio. 
¿Pensáis que la gente cambia sus pasiones? Yo sí, recuerdo que luché  mucho para entrar donde trabajaba hasta entonces, fue un camino duro pero aún recuerdo el día que me llamaron para decirme que el puesto era mío, me sentí tan feliz, era una felicidad que no había sentido hasta el momento... quién podría decirme que después de siete años, ir cada día a trabajar sería como ir al matadero, que me acostaría cada día pensando que al día siguiente tendría que volver allí.
Creo que eso fue porque no me conocía, creía saber cuál era mi pasión y por ello luché tanto por conseguirlo, pero me equivoqué.
Estaba segura que eso no es lo que me pasaba en ese momento, me había costado mucho trabajo animarme a intentarlo y por fin me animé en contra de todos los míos. 
Dejar un trabajo con un sueldo estable es algo de locos de ojos hacia afuera, pero yo sentía que tenía que hacerlo, por ello me lancé al agua.
Recuerdo que el día que recibí esa carta sentí que era el día más feliz de mi vida, voy a guardar estos sentimientos para siempre...
Esos fueron los pensamientos que tuve hace dos años cuando creía que de nuevo había encontrado la felicidad plena, hoy me encuentro de nuevo en el comienzo de mi historia planteándome realmente cómo conseguir esa felicidad plena si es que existe...