Mientras sobrevuelo el parque, en un descenso vertiginoso, desde la copa del árbol que me vio nacer hacia el incierto abismo, trato de encontrar un objetivo con el que divertirme un rato. Cierto es que, a estas horas, no hay mucha gente por la calle pero, estoy seguro de que, más pronto que tarde, hallaré a la víctima perfecta para hacer travesuras.
- ¡Eso es! ¡Sí, señor! ¡Ahí está! Ese niño tiene cara de no haber roto un plato en su vida. Sin lugar a dudas, el objetivo ideal para comenzar mi adiestramiento. ¡A la carga!
Tras un par de ajustes en la dirección del viento, estoy posicionado para efectuar el aterrizaje sin mayores contratiempos. Pocos segundos me separan del comienzo de la fiesta. Cinco, cuatro, tres, dos, uno...
- Aahhh, aahhh, ¡aaachís!
- ¡Perfecto! ¡Toma de tierra satisfactoria! Pero, ¿Qué es esto? ¿Empiezan ya las turbulencias? ¿Tan pronto? ¡No puede ser! ¡Si no he tenido tiempo ni de colonizarle!
El niño comienza a rascarse la nariz, intentando sacarme de su interior pero, es demasiado tarde, ya estoy haciéndole cosquillas por toda la superficie de sus fosas nasales y no le será nada sencillo echarme de allí. O bueno, a lo mejor sí.
- ¡Por favor, no estornudes! ¡Todavía no! Déjame jugar un poquito más.
- Aahhh, aahhh, ¡aaachís!
- ¡Uoooooooooo! ¡Allá voy de nuevooooo! ¡A por mi siguiente víctima!
Bien narrado y estructurado.
Enhorabuena
Saludos Insurgentes