Fue un golpe de suerte agridulce para Junias y Kheria, habían perdido a su hijo, pero ahora disponían de dinero para labrarse un futuro en España. Así que decidieron comprarse un piso y montar un negocio en una de las zonas más adineradas de la ciudad, muy cerca de la familia que había “adoptado” a su pequeño.
No fue nada fácil, era una zona en los que tan solo había blancos y de familias acomodadas. Su color y el idioma, al principio fue todo un impedimento. Sentían el rechazo de todo el mundo cuando caminaban por la calle, y todos desconfiaban de entrar en su tienda. Un negocio de alimentación con productos importados de su país. Pasaron los meses, la situación no mejoraba, hasta que un buen día una mujer entró en su tienda. Se mostró fascinada por los productos a la venta, le pareció todo muy exótico. Hizo una compra realmente sorprendente. No solo eso, comenzó a correr la voz entre sus amistades y poco a poco la tienda se fue llenando. El negocio comenzó a ir muy bien.
A la gente de aquel barrio, le dejó de importar el color de la piel de Junias y Kheria. Incluso comenzaron a invitarlos a sus fiestas y eventos, demostrando que podían aceptar a cualquier persona en su “círculo”, siempre y cuando tuvieran dinero.
Pero Junias y Kheria no eran felices, jamás volvieron a ver a su hijo, la pareja que ahora eran sus padres, se había mudado de barrio cuando supieron la identidad de los nuevos vecinos.
Una historia con final agridulce.
Me ha encantado paisano!
Saludos Insurgentes