«Una alfombra recoge muchas historias»

Os preguntaréis cómo he llegado hasta aquí. Y con esta ropa. Pues bien... Todo empezó hace 10 días en Betancuria (Fuerteventura). Mi señor estaba leyendo la cuartilla con las noticias más relevantes a nivel mundial mientras yo hacía unas papas arrugadas y mojo para comer. Oí gritos de alegría, carreras, nervios...
Mi señor apareció junto a mí en la cocina y me dijo que dejara todo lo que estaba haciendo, que tendría que arreglármelas para estar en 10 días en Moscú. ¿Pero cómo voy a estar en 10 días en Rusia si estamos en una isla perdida en medio del Atlántico?
Le pregunté a mi señor si no podría tardar más, pero me indicó que la venta de la alfombra del zar ruso Pedro II solo se realizaría durante 8 horas en la casa de subastas Nikitskiy. Y sería dentro de 10 días.

No sé cómo, pero me las apañé para salir de Fuerteventura y llegar a Roma en 5 días. ¿Roma? Solo me quedaban 5 días más, pero tras pasar varios apuros, correr, viajar en carros de mercaderes e incluso con algún ejército que pretendía llegar a la frontera rusa, logré encontrar la casa de subastas y entré al salón donde se situaba la alfombra 15 minutos antes del límite de tiempo.

Y así estoy ahora, con las bermudas que pude coger al salir de la isla, la bufanda que me dejó un mercader de Bratislava y el gorro con pompón que me compré al pasar por Kursk, para entrar en Rusia mimetizado con el ambiente. Lo de la pose con la mano extendida es porque estoy preguntando dónde está el baño, que 10 días de travesía son duros y las prisas no son buenas acompañantes.