Tras su ruptura, parecía que los días se repetían uno detrás de otro, en bucle. Intentó recordar cuándo era la última vez que había practicado alguno de sus hobbies, pero se topó con un vacío mental abrumador. Ni siquiera recordaba dónde estaba su esterilla de yoga, por no hablar de los libros apilados al fondo de la habitación, cubiertos por una fina capa de polvo.
Leer. Leer era lo que más le gustaba hacer y ahora le parecía una ardua tarea que siempre acababa posponiendo por alguna razón.
Decidió acercarse a la librería de su pueblo y buscar algún libro que la atrapara y consiguiera volverla a meter en ese maravilloso mundo. Uno con el lomo grisáceo llamó su atención. No tenía portada. En cuanto lo abrió, las palabras comenzaron a aparecer con una escritura que denotaba urgencia.
El ojo es el enemigo del oído.
Cerró el libro con brusquedad para volverlo a abrir por la misma página. Ahora era un libro aparentemente normal. Lo dejó en la estantería y salió por patas de allí. No descartaba haber tenido una visión, pero se convenció de que había sido tan real como el latido de su corazón. Esa noche no pudo conciliar el sueño. Decidió llamar a su ex para hacerle la pregunta que rondaba por su cabeza.
—¿Me sigues queriendo?
El chico colgó, haciendo que las lágrimas se agolparan en sus ojos. Todo lo que veía en él se esfumó y lo único que permaneció en ella fue aquel silencio que resonó en lo más profundo de su ser. El libro tenía razón, de nada sirven las apariencias si lo que llevas dentro no se puede gritar a los cuatro vientos.
Al día siguiente, se acercó a comprar aquel curioso libro. Y volvió a enamorarse de la lectura.
Me ha encantado, enhorabuena
Saludos Insurgentes