-No sé Miriam, el pediatra ha dicho que en realidad no es tan grave, pero para mí tiene nombre de enfermedad.
-“Síndrome de paciente insulino-autosuficiente”- leyó Miriam en voz alta - si que suena serio. ¿Cuál es el tratamiento?
-Al parecer, debemos interrumpir las dosis de insulina, y probablemente nunca las necesite.
Los ojos de Miriam se abrieron como platos voladores. Inconscientemente se sobó el brazo izquierdo por debajo del hombro.
-Pobrecillo.
-También me dijo que no es necesario controlar tan estrictamente los carbohidratos que ingiere, ¿puedes creer?
-Tamara, la verdad es que lo siento mucho, ninguna quiere ver a su hijo enfermo. ¿Sabes si es contagioso? Quizás debería llevarme a la pequeña hasta que se sepa más de esta condición.
-No me dijo nada de que fuera contagioso. Según el doctor, es una condición que le hace la vida más simple.
-Pues mejor pide una segunda opinión, porque ese especialista me genera dudas. Nos vamos, si te averiguas lo de si es contagioso o no, volvemos el martes próximo.
Luego que Miriam y su hija se fueron, Pedro se acercó a su madre y la abrazó.
-Ánimo mamá, piensa que ahorraremos dinero de la insulina.
Tamara sonrió, con tan solo 10 años se mostraba más seguro que ella respecto a la noticia.
-Quiero mostrarte algo que te alegrará, encontré esto- le dijo el niño, mostrando en la tableta una web institucional bajo el título de
“AMIASU: ASOCIACIÓN MUNDIAL DE INSULINO-AUTOSUFICIENTES”
Luego añadió:-No estamos solos.
Un buen final.